15. ‎"Sólo recuerdo la emoción de las cosas."

‎"Sólo recuerdo la emoción de las cosas." 



Antonio Machado
Las tres de la mañana y mis ojos, abiertos como platos, miran fijamente el techo. No puedo dormir. El calor es insufrible. Está todo abierto. No hay ni corriente. Me acabo de dar una ducha fría y, aún húmeda, el calor vuelve a inundar mi cuerpo. La batería de mi MP3 ha muerto. Así que miro el techo, desesperada. Estoy cansada pero no puedo dormir. Me pongo nerviosa y me giro con la esperanza de que un cambio de postura me ayude a coger el sueño. Mis ojos miran atentos los libros que rebosan en mi mesita de noche. ¿Leer? Estoy demasiado cansada. Pero, al final, no puedo resistirme. Enciendo la luz de la mesita y abro el libro por la primera página. La historia de Hervé Joncour abraza mi alma de inmediato y me hundo en las palabras de una de las historias más bellas que han caído en mis manos: “Seda” de Alessandro Baricco.




Hervé y yo compartimos edad y espíritu aventurero. La historia de este intrépido comerciante de gusanos de seda se abre como un capullo en primavera lenta y elegantemente en capítulos con regusto a haikus en prosa. El libro es como un álbum de fotos, de postales de viajes coleccionadas con esmero. Y así Hervé pasa de ser soldado a comerciante de gusanos de seda y, en busca de los mejores ejemplares para hacer la mejor seda, inicia una serie de viajes por el mundo. Buscador incansable, las dudas lo atenazan cuando le ofrecen un viaje a Japón, a los confines del fin del mundo, un terreno casi inexplorado, exótico, misterioso… su esposa Hélène le dará la confianza que necesita para iniciar el viaje que cambiará toda su vida.  

Y es que hay viajes que te tocan en lo más profundo, que te ofrecen una posibilidad de vida exótica, una alternativa a una anodina cotidianidad. Hervé se queda enganchado al misterio, a lo que podría haber sido, a una idea, a un sueño sin cumplir, a la promesa de un amor prohibido… ¿Quién puede rechazar algo así? Yo he buscando incansablemente mi lugar en el mundo, aquello que me faltaba, la novedad, lo desconocido, el misterio… huir de mi anodina cotidianidad como si hubiera algo mejor, la promesa de la existencia de algo que me llenara ahí fuera en un país desconocido. Y así Hervé (como tant@s) camina por la vida como un hombre inacabado, como si hubiera podido tener una vida mejor, resignado con la vida tranquila que le ha tocado vivir junto a su Hélène.

Y es Hélène uno de los personajes más impresionantes de toda la historia: la invisible Hélène, siempre presente como una constante inalterable al lado de Hervé. Un amor tranquilo y paciente, una compañera de viaje incansable a la que Hervé no hace visible hasta que deja de estar a su lado. De repente, dota de la importancia necesaria la convivencia con su amada esposa y llora en silencio por no haber sabido quererla como ella se merecía, por no haber sabido aprovechar su leve vida juntos.

Yo siempre he pensado que hay personas en la vida que caminan a tu lado por un tiempo porque tienen una función que cumplir, algo que enseñarte. Hay veces en que esta misión está clara, pero en la mayoría de los casos, lo aprendido se hace patente una vez que esa persona ya no está en tu vida. Puede que sean lecciones dolorosas o momentos de alegría intensa, eso nunca se sabe.  Hay muchas Hélènes en nuestras vidas pero no las vemos  o no las queremos ver. Como le sucede a Hervé quien vive anhelando un amor prohibido mientras ignora que tiene el amor de su vida justo a su lado. Cuando abre los ojos ya es demasiado tarde.

Cerré la última página del libro con nostalgia, como quien vuelve de un gran viaje que ha transformado su vida, como si hubiera vivido una intensa lección vital. Hélène se había quedado en mi corazón a pesar de ser una actriz secundaria. La historia de Hervé, no era la historia que había leído. Hélène se había convertido en la protagonista de “Seda” casi sin darme cuenta, como un susurro en la noche. Un bostezo, el libro cerrado en la mesita, la oscuridad, la brisa en la ventana y por fin mis ojos se rinden al profundo sueño nocturno. 

Comentarios

Luis Eduardo ha dicho que…
Hola, a mi me sucede también que recuerdo la sensación que me dejó X libro, en vez de recordar toda la historia (salvo los pocos casos de mis preferidos). Y suele pasar que no nos damos cuenta de quien tenemos al lado (sea pareja, familiar, amig@) hasta que ya parece ser tarde. Pero nunca es tarde en la realidad en la cual la muerte y el tiempo no existen. Abrazos.
Érie Bernal ha dicho que…
Interesante pensamiento: "Pero nunca es tarde en la realidad en la cual la muerte y el tiempo no existen." Me has dado en lo que pensar un rato. Una realidad en la que no existiera ni la muerte ni el tiempo... ¿seguiría siendo realidad? Habrá que meditar sobre el asunto.
Para mí los libros son algo más que historias, siempre te dejan una marca en el alma. Es mi manera de clasificar los libros en buenos o malos. Más que la calidad literaria, valoro su capacidad de emocionar o no. Me alegra saber que hay gente como yo por ahí que también recuerda las sensaciones en vez de recordar las historias. Saludos y espero volver a encontrarte por aquí. Siempre serás bienvenido. XD
Unknown ha dicho que…
Leí Seda hace unos años de la mano de una Heléne. Una heléne oscura que dejó muchas heridas, muchas. Algunas de ellas aún no se han cerrado del todo.

Quizá lo retome por si ahora viese otra cosa.

Gracias por compartir, como siempre :)
Érie Bernal ha dicho que…
Wow Alicia, aún siento tu dolor a pesar del tiempo. Espero que pronto puedas cerrar esas heridas que aún tienes abiertas. A mi Hélène no me pareció nada oscura pero puedo entenderte. Los libros remueven cosas diferentes según el momento que esté viviendo cada persona. Y la verdad es que yo siempre intento ver la parte positiva de todas las personas (así me va ;-)). No me fijé en el lado oscuro de Hélène que si tú lo viste, seguro que lo hay.

Gracias por comentar. Sé que hay gente que lee pero que nunca comenta y tú siempre estás ahí. Me gusta saber lo que piensan mis lectores. Soy curiosa por naturaleza XD. Un abrazo, beauty.

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